La Ozonoterapia
El ozono es un gas cuya molécula está formada por tres átomos de oxígeno, siendo las características principales su olor y volatilidad. El Ozono médico, que es en realidad una mezcla de un 5% de Ozono como máximo y un 95% de Oxígeno, fue usado por primera vez durante la Primera Guerra Mundial para la limpieza y desinfección de heridas.
Esta forma de tratamiento está muy extendida en el centro de Europa, pero es en Alemania, Austria y en Suiza donde se practica de forma habitual. Se han creado sociedades médico-científicas de Ozonoterapia en Alemania, Francia, Austria, Suiza, Cuba, Italia, etc. con el fin de promover y apoyar los numerosos estudios y congresos internacionales que de forma periódica se celebran.
Aunque el ozono existe de forma natural su fabricación para usos terapéuticos se realiza provocando en un recipiente que contenga oxígeno en forma de gas (O2) una descarga eléctrica de alto voltaje que haga que sus moléculas se rompan en dos átomos (O + O) para, a continuación, unirse entre sí dando lugar a un oxígeno triatómico inestable -el O3 u ozono- y que por ello puede separarse fácilmente y combinarse con otras moléculas provocando su oxidación y, por ende, su destrucción. Siendo esta propiedad lo que lo convierte en una herramienta poderosa ya que le permite destruir toxinas, virus, bacterias, hongos, moho y hasta las células cancerosas. Ahora bien, médicamente se usa una mezcla de oxígeno (O2) y ozono (O3) que es inocua como demuestran cientos de estudios científicos y hace que hoy su uso sea cada vez más habitual en todo tipo de patologías.
Toda célula sana obtiene la energía para vivir básicamente por “vía aeróbica, es decir, utilizando oxígeno. Sin embargo, cuando se vuelve cancerosa utiliza una vía anaeróbica: fermentando glucosa, fenómeno que se conoce como glicólisis y lo mismo hará toda su “descendencia”. Solo que por esta segunda vía obtiene casi 20 veces menos energía. Así lo descubriría Otto Warburg, Premio Nobel de Medicina en 1931 y 1945, para quien la necesidad de tan alto consumo de glucosa por la célula cancerosa sería lo que obliga al cuerpo a provocar una multiplicación celular masiva formando lo que llamamos tumor. Por tanto, decir que el cáncer se caracteriza por una “multiplicación celular descontrolada“ puede considerarse una afirmación gratuita. Esa multiplicación celular no sería sino un mecanismo de supervivencia. Porque como Warburg constató hace décadas toda célula se canceriza en menos de 48 horas si el nivel de oxígeno del lugar en el que se encuentra baja un 40%.
El problema es que tantas células “cancerosas”, es decir, células sanas que simplemente se ven obligadas a alimentarse por glicólisis y se dividen con más rapidez de la habitual, consumen entonces tal cantidad de glucosa, (especialmente si le falta oxígeno es prolongada), que ello puede acabar con las reservas de azúcar de la persona provocando su degradación física y llevarle a la caquexia o desnutrición extrema. Por otra parte, el proceso de fermentación de la glucosa da lugar a la formación de monóxido de carbono y ácido láctico que acaban creando un entorno celular ácido al que cada vez llega menos oxígeno. Obviamente esto podría pensar en resolverse momentáneamente proporcionando al organismo más azúcar con el que alimentar a las células cancerosas pero eso llevaría a que la zona se acidificase y éstas se multiplicasen. Y a que cuando se agrupasen formando un tumor éste creciera más y más. El organismo interpreta además a veces la acidificación como un problema que hay que resolver y envía macrófagos y células T que, a su vez, para reparar el tejido liberan factores de crecimiento capaces de estimular a su vez la replicación de la célula cancerosa. Situación que se agrava por el hecho de que las cancerosas carecen de enzimas antioxidantes lo que les permite sobrevivir en entornos ácidos.
La Radioterapia basa su efecto en la producción de radicales libres, concretamente en la producción de radicales hidroxilo. Pero para que éste se produzca la zona a radiar debe estar oxigenada, es decir, la radiación ionizante funciona si existe oxígeno. Así que la capacidad del ozono de incrementar la transferencia de oxígeno asegura no sólo mayor eficacia de la Radioterapia sino que también reduce los efectos secundarios de la misma al proteger la célula sana por su capacidad de activar sistemas antioxidantes fundamentales en la lucha contra los radicales libres. El ozono además activa sustancias como la prostaciclina -con actividad tumoral reconocida y posiblemente el mecanismo de actuación principal del ozono por vía intraperitoneal- y estimula las defensas. El preacondicionamiento con ozono antes de recibir quimioterapia o someterse a una intervención quirúrgica prepara pues al organismo al estimular sus sistemas defensivos antioxidantes e inmunológicos minimizando los efectos secundarios del tratamiento y potenciando su efecto terapéutico. El mecanismo de acción del ozono es un mecanismo de sentido común, elemental e imprescindible en la lucha del cáncer y de otras muchas enfermedades.
Cabe agregar que al regenerar el ozono también las condiciones eléctricas de la membrana ésta recupera la elasticidad y los glóbulos rojos o eritrocitos (son las células que se ocupan de llevar oxígeno a los diferentes tejidos del cuerpo) pueden pasar a través de capilares de menor calibre. Asimismo mejora la viscosidad sanguínea, la viscosidad plasmática, la deformabilidad de los glóbulos rojos y la agregación eritrocitaria lo que favorece el transporte de oxígeno y nutrientes a las células. Y con ello el reestablecimiento progresivo de las funciones metabólicas.
El ozono potencia además el sistema inmune ya que mejora la actividad de los linfocitos T y los monocitos encargados de liberar citoquinas, mensajeros intercelulares capaces de activar los mecanismos de inmunidad natural. En particular interferón gamma, sustancia endógena que carece de los problemas que provocan los fármacos químicos que se comercializan con el mismo nombre. Con ozono el interferón gamma endógeno puede llegar a aumentar entre el 400 y el 900%.
Y hay otras dos propiedades del ozono que pueden resultar positivas en el caso de los enfermos de cáncer aunque no mediante una acción tan directa como las anteriores. Por un lado, está comprobado que ayuda a normalizar los valores de colesterol, triglicéridos, creatinina, ácido úrico y glicemia; y por otro, elimina in vitro al primer contacto todo tipo de bacterias, virus, hongos, esporas y algas. Claro que se trata del mayor germicida existente en la naturaleza siendo eso lo que le ha convertido en un eficaz potabilizador de agua para consumo humano. Precisamente fue su actividad germicida, junto a su poder de cicatrización y regeneración de tejidos, lo que le convirtió en el tratamiento más utilizado para tratar heridas desde la I Guerra Mundial.
Ahora bien, y siendo tan potente ¿por qué el ozono no ataca las células sanas? Pues porque estimula en ellas la producción de las tres enzimas antioxidantes que forman la principal defensa del organismo ante los radicales libres: la superóxido dismutasa, la catalasa y la glutatión peroxidasa. Sistemas enzimáticos que muchos tipos de células cancerosas tienen deprimidos. Por esa razón las células cancerosas no pueden defenderse del ataque producido por los radicales libres derivados de la llegada de oxígeno al tejido tumoral. Es importante señalar que el oxígeno es muerte y vida, que la llegada de oxígeno a la célula lleva consigo la formación de radicales libres y que el equilibrio entre producción y eliminación depende del buen funcionamiento de las enzimas superóxido dismutasa, catalasa y glutatión. Por tanto, la llegada de oxígeno a una célula tumoral lleva aparejada la producción de radicales libres que su sistema enzimático deteriorado no es capaz de contrarrestar y como consecuencia de la abundancia de los mismos se produce la muerte tumoral. La célula sana no tiene este problema; solo lo tiene la célula enferma.
A fecha de hoy hay más de once mil estudios relacionados con el ozono pero la mayoría están destinados a investigación básica así que sólo citaremos los que son significativos por sus resultados en cáncer. En 1980 la revista Science publicó El Ozono inhibe selectivamente el crecimiento de las células humanas de cáncer. El estudio demostró que el ozono inhibe el crecimiento de células humanas de cáncer de pulmón, mama y tumores uterinos selectivamente (de manera dosis-dependiente). Bastaron 0,3 y 0,5 partes por millón de ozono en el aire ambiente para inhibir el crecimiento de las células cancerosas el 40 y el 60%, respectivamente. Sin que las células sanas se vieran afectadas. Posteriormente se constataría que con 0,8 partes de ozono por millón el crecimiento de las células cancerígenas se inhibía más del 90% reduciéndose el crecimiento celular a menos del 50%.
¿Y por qué no se plantean los oncólogos entonces su uso? Pues porque para que se apruebe como terapia hace falta realizar grandes ensayos clínicos y nadie está dispuesto a poner un euro en algo no patentable que además es tan barato. Y eso que existen suficientes pruebas de su eficacia cuando se estudió su uso como terapia coadyuvante de los tratamientos convencionales. En 1974 se hizo un ensayo en Alemania que se publicaría como Terapia mediante inyección intravenosa para cáncer genital con mezcla de ozono-oxígeno en el tratamiento con radioterapia ginecológica en el que 40 mujeres con tumores primarios de cáncer genital y 5 con tumores recurrentes fueron tratadas con una mezcla de oxígeno y ozono. Y los investigadores fueron claros: “La regresión de los tumores genitales femeninos en ambos grupos estudiados fue más rápida. Los efectos secundarios de la radioterapia fueron reducidos y la condición general de los pacientes mejoró”.
Es recomendable que practique la Ozonoterapia por los conceptos antes mencionados, recuerde que cualquier medio sano es favorable para luchar contra el Cáncer, la solución está a la vista de sus ojos.